Después de la larga y relativamente estática Edad Media , los años del Renacimiento trajeron una explosión de fresca energía artística, un período de secularización veloz, cambio social, elevada movilidad y desarrollo tecnológico en campos como la impresión musical y la fabricación de instrumentos.
El estilo musical se hizo más personal y se esparció rápidamente de país en país, en especial pro medio de los viajes de los compositores holandeses, que llevaron su habilidad contrapuntística a casi todas las cortes europeas. Pero el suelo más fértil para su tarea lo hallaron en Italia, hogar espiritual del Renacimiento, donde las técnicas flamencas se vincularon con una tradición floreciente de canciones nativas y un repertorio soberbio de poesía vernácula. Allí se desarrolló el madrigal italiano durante varias generaciones de compositores dotados en el más típico género musical del Alto Renacimiento.
El estilo musical renacentista fue el producto de una cantidad de cambios significativos tanto en la técnica como en los valores. En tanto que la música medieval estaba confinada a una gama bastante estrecha y se escribía para voces iguales, los compositores del Renacimiento expandieron el espacio musical usable a aproximadamente cuatro octavas. No está claro qué es causa y qué es efecto, pero se pueden notar varias evoluciones relacionadas: la delineación de partes vocales específicas (cantus, altus, tenor, bassus) con escalas individuales, el surgimiento del bajo contínuo (más tarde se utilizará de forma casi imprescindible en el Barroco) como base de la estructura sonora y un concepto inicial de la armonía, todavía bastante primitivo, pero expresado con una conciencia creciente de sonoridad y acorde, con pasajes ocasionales restringidos al movimiento de acordes, una voz de bajo menos melódica, que más de movía por cuartas y quintas pero por grados y una tendencia a la cadencia en los acordes sostenidos. Dos ideas fueron tomando fuerza consciente en la teoría renacentista: los agrupamientos graduales de los esquemas de escalas modales en los modos mayor y menor y el reconocimiento de la tríada como unidad vertical.
Ya no era indispensable la matriz de un canto llano para una composición musical. Tomaron su lugar las técnicas imitativas que distribuían la actividad musical entre todas las partes y las trataban de igual manera. La estructura musical se convirtió en una serie de “puntos” de imitación separados por cadencias claras y se consideró a la sustancia musical como algo nuevo y único, más que un procesamiento y comentario de materiales preexistentes. En síntesis, se hizo posible la composición “libre”. El elemento unificador era el motivo imitado, que unía a todas las voces en una red polifónica apretada. Ya no eran operativos muchos de los viejos valores medievales. La preferencia de la Edad Media por una expresión generalizada de una obra musical le dio su lugar a un conjunto de técnicas específicas para expresar palabras, frases y emociones individuales.
El concepto de obra o género musical dejó de ser colectivo para convertirse en una serie de trabajos individuales distintos. La construcción musical pasó de una coordinación mecánica de esquemas modulares a un flujo coherente y un desarrollo orgánico. Se le dio estructura rítmica independiente a las líneas individuales, coordinadas de forma libre por el tactus (compás) que daba como resultado una rica textura de ritmos cruzados y acentos.
Otros valores significativos de la música renacentista incluyen la combinación homogénea de sonidos, el gusto por las sonoridades verticales mantenidas (acordes), las cadencias articuladas claramente a intervalos regulares, el sentido del ritmo cuidado de la disonancia para proporcionar un ritmo regular de tensión y distensión, y un sentimiento de movimiento y dirección tonal. Una música de “devenir” (opuesta a la visión medieval de la música como el eterno “ser”). La música renacentista fue más una realidad que un símbolo, pensaba para que se la percibiera y disfrutara por sí misma, apelando directamente a los sentidos y expresiva del sentimiento humano. La belleza era una propiedad terrenal de los objetos y existía para dar placer a los sentidos. La música era valorada como un arte autónomo, independiente de la poesía y de la liturgia. La música instrumental se siguió modelando sobre la base del estilo vocal, pero empezaban a evolucionar varios géneros característicos: tema con variaciones, piezas imitativas como el ricercare (antecesor de la fuga) y piezas rápidas y rapsódicas como la fantasía y la toccata.
Los músicos renacentistas fueron tomando cada vez más conciencia de que vivirían en medio de emocionantes tiempos de innovaciones. Joannes Tinctoris, el primer gran teórico del Renacimiento, escribió a fines del siglo XV que “en esta época...las posibilidades de nuestra música han crecido tanto que parece ser un arte nuevo, si lo puede decir así...” y “además, aunque parece más allá de los creíble, no existe un asola pieza musical, no entre las compuestas en los últimos cuarenta años, que los entendidos consideren valiosa”.
PREGUNTAS A REALIZAR SOBRE EL TEXTO
1. ¿Qué siglos abarca el Renacimiento Musical?
2. ¿Qiénes fueron los encargados de "mostrar" la habilidad en el contrapunto?
3. Nombra tres procesos que trajo consigo la llegada del Renacimiento.
4. Nombra cómo se llamaban las partes vocales.
5. ¿Cuál era la base de la estructura sonora?
6. ¿Qué se le da principalmente a la música en el Renacimiento?
7. Nombra dos "gustos copositivos" de los compositores renacentistas.
8. ¿Quién fue el primer gran teórico del Renacimiento?
9. Apunta y busca la definición, de las palabras que no hayas entendido su significado, de las que aparecen en el texto.
10. Realiza con tus palabras, un ejercicio de comentario de texto, sobre el texto estudiado.